No es bueno, no, escribir sobre estas cosas estando airado, pero estoy más que harto. La mentada autonomía consagrada en la LOE y en nuestro currículo aragonés es un camelo. Abundando en ello, el ministro Gabilondo la vuelve a incluir en su 104 medidas para el pacto. Como si se tratara de un conjuro mágico que paraliza a cuantos la invocan.
La jornada continuada es uno de los bordes de esa autonomía. En Aragón, tanto Eva Almunia como Broto -con la inestimable ayuda de FAPAR, escudo defensivo del PSOE, acaso la misma cosa- se han negado a aceptar una realidad cada vez más solicitada.
Las organizaciones sindicales no han sabido estar a la altura en todos estos años. Cíclicamente, eso sí, se producen manifestaciones a favor y actuaciones tibias (recogidas de firmas, debates...) que no ha conseguido mover la posición monolítica de la Consejería.
Hace ya más de diez años que en mi centro se pudo probar (por exigencias de unas obras) las consecuencias de una jornada continuada. Lo que en un principio se nos impuso, se aceptó como bueno por los padres y el resto de la comunidad educativa. Ante la propuesta de continuar con aquella jornada la consejera dio un no rotundo y de aquello no se supo más. Mientras tanto, como digo, siempre hubo rumores y negociaciones que no nos han llevado a nada.
Ese camelo de la autonomía pedagógica y organizativa se nos corta cuando conviene. Nuestra fuerza -se ha visto- no ha surtido efectos en negociaciones y recogidas de firmas.
Es hora ya de actuar de otra manera, plantando cara contundentemente, utilizando todos los recursos que nos hagan conseguir nuestro fin: que cada comunidad educativa adopte el modelo de jornada que crea conveniente, en virtud de la autonomía pedagógica y organizativa que les reconoce la LOE y leyes autonómicas.
La jornada continuada es uno de los bordes de esa autonomía. En Aragón, tanto Eva Almunia como Broto -con la inestimable ayuda de FAPAR, escudo defensivo del PSOE, acaso la misma cosa- se han negado a aceptar una realidad cada vez más solicitada.
Las organizaciones sindicales no han sabido estar a la altura en todos estos años. Cíclicamente, eso sí, se producen manifestaciones a favor y actuaciones tibias (recogidas de firmas, debates...) que no ha conseguido mover la posición monolítica de la Consejería.
Hace ya más de diez años que en mi centro se pudo probar (por exigencias de unas obras) las consecuencias de una jornada continuada. Lo que en un principio se nos impuso, se aceptó como bueno por los padres y el resto de la comunidad educativa. Ante la propuesta de continuar con aquella jornada la consejera dio un no rotundo y de aquello no se supo más. Mientras tanto, como digo, siempre hubo rumores y negociaciones que no nos han llevado a nada.
Ese camelo de la autonomía pedagógica y organizativa se nos corta cuando conviene. Nuestra fuerza -se ha visto- no ha surtido efectos en negociaciones y recogidas de firmas.
Es hora ya de actuar de otra manera, plantando cara contundentemente, utilizando todos los recursos que nos hagan conseguir nuestro fin: que cada comunidad educativa adopte el modelo de jornada que crea conveniente, en virtud de la autonomía pedagógica y organizativa que les reconoce la LOE y leyes autonómicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario