miércoles, 30 de marzo de 2011

AMPLIFICACIÓN Y DISCURSO EDUCATIVO

Dia 93: Sigue hablando...
Foto: Sigue hablando, by Fredy the boy


Amplificación
dice de insistencia y de extensión, de diseminación e intensidad. Insistir es siempre un acto arriesgado. Extender conduce a la diseminación, pero se pierde en intensidad.

Voltaire, en su Diccionario filosófico, reservó un artículo dedicado a la figura retórica de la amplificación:

"El transcurso del tiempo puso el sello de la aprobación casi universal a fragmentos de poesías absurdas, por contener éstas algunos rasgos brillantes que hacen olvidar el poco valor de los restantes versos, y porque los poetas que aparecieron después no lo hicieron mejor, y los principios informes de todo arte consiguen siempre alcanzar más reputación que el mismo arte perfeccionado".

"En la actualidad, entre los franceses, la mayoría de los sermones y oraciones fúnebres y los aparatosos discursos que se pronuncian en ciertas ceremonias sólo son fastidiosas amplificaciones, y están llenos de lugares comunes, que se repiten hasta la saciedad. Esos discursos debían pronunciarse raras veces, y así resultarían soportables. ¿A qué conduce hablar mucho cuando no hay nada nuevo que decir? Hora es ya de poner freno a tan exagerado derroche de palabras".

El concepto de amplificación, alejado de la estructura del propio discurso, ha sido tomado también como fundamento de la nueva censura:

"Es difícil callar todas las voces, porque las formas de comunicar son cada vez más fáciles y están al alcance de más gente, pero si todos esos nuevos discursos se pelean por un espacio en la atención de los individuos, quien puede repetir y aumentar la dimensión de una noticia, adquiere mayor poder".

Nos encontramos, pues, con dos conceptos que conviven: el discurso ampliado y su difusión, la virtud de éste para llegar a un mayor número de personas o para ocultarse por mor del ruido y la diseminación.

Los problemas que presenta la amplificación del discurso surgen en primer lugar de la huella individual. Las trazas de ciertos estudios son hijas de la fastidiosa amplificación, del decir donde no hay nada que decir, del tener que decir porque hay que decir. En ese sentido, los discursos educativos extensos, cuasi obligados (tesis, publicaciones...), generalmente provenientes de ámbitos universitarios, caen en muchas ocasiones en el vacío y se contagian de su contenido. Se podrá aducir que esto ocurre en todas las disciplinas, pero no deja de asombrarme la gran producción científica (no entrecomillaré) que genera ese tipo de discurso (caso que lo haya).




Sin embargo, los tiempos actuales hacen posible la participación directa de muchos protagonistas que, intentando sobrepasar la cerrazón de la doxa, señalan nuevos caminos. La pregunta es, por un lado, si a mayor número de esos protagonistas, el discurso queda ampliado innecesariamente, si de alguna manera también se repiten hasta la saciedad lugares comunes, no aportando en la mayoría de los casos nada nuevo; y, por otro, hay que preguntarse también si ese discurso toma cartas en el asunto del poder y plantea batalla.

Porque, de nuevo, surge el problema central del poder. No se puede callar a tanta gente, en todo momento y en cualquier lugar. Pero el no callar, no ser acallados, no nos regala automáticamente el poder. ¿Qué papel están jugando las redes sociales, la bloguería militante, la participación más o menos activa en los foros? ¿Cuál es la génesis de la amplificación de determinadas prácticas y discursos educativos? ¿Cuáles podrían estar diseminadas en los márgenes? ¿Hay algo nuevo bajo el sol?



No diré que está todo inventado, que no hay nada más que decir. Hay mucho que hacer y mucho que decir. Para empezar, es necesario que cada cual explicite su discurso educativo. Saber en qué surco comenzó a germinar y en qué condiciones lo hizo (sequías, lluvias y pesticidas). Y suponiendo que sea capaz de huir de la amplificación a que se refería Voltaire, sea capaz de encontrar su lugar respecto al poder que ejerce el discurso educativo que propicia y al que se enfrenta. Por otra parte, es urgente hacer arquelogía y desvelar las demoliciones habidas, los expolios y las desubicaciones. Así, tal vez, nos reencontremos con la rueda. Arqueología y discurso propio convienen a la amplificación que lucha contra el discurso único.


martes, 22 de marzo de 2011

JORNADA CONTINUA: DONDE DIJE DIEGO

Que los políticos se abran una cuenta de twitter me parece bien. Faltaría más. Nos hablan de sus logros, nos ofrecen sus promesas y hasta llegan a desdecirse. Uno no sabe si ese cambio en la forma de pensar se debe a una evolución meditada o a un quedar bien, más propio de un gestor de la cuenta que del titular. Viene esto a cuento de la pregunta que se le realizaba hace unos días a , candidata a la presidencia del gobierno de Aragón y que en su día fue consejera de educación, a propósito de la elección del tipo de jornada escolar, que inic y otros retuiteamos después.



La candidata parecía apelar al sentido común, al acuerdo, a lo que en democracia constituye la base de muchas iniciativas. Lo dicho me llamó rápidamente la atención. O Eva Almunia había cambiado de forma de pensar, o se había olvidado de lo que pensó en su día o la cuenta no la gestionaba ella directamente.

Los hechos: hace más de diez años nuestro CEIP se vio obligado a realizar jornada continuada por una serie de circunstancias relacionadas con obras. Las familias, por amplia mayoría superior al 85%, decidieron solicitar la continuidad de aquellos horarios. La consejera de entonces, Eva Almunia, se negó en redondo a admitirlo. Su sucesora, Broto, ha seguido su línea. Cuando el año pasado volvimos a plantear la posibilidad de elegir el tipo de jornada, nuevamente las familias apoyaron mayoritariamente el cambio. Aún estamos esperando la respuesta.

"¿En la decisión es fundamental el acuerdo entre las familias y el centro?" ¡Qué bonitas palabras! ¡Qué vacías!

domingo, 13 de marzo de 2011

EL PROPÓSITO DE LA EDUCACIÓN


¿Cual es el propósito de la educación? Con esta pregunta se inicia la propuesta promovida por un interesante y activo grupo de profesores. Una de las primeras actuaciones consiste en escribir un tuit bajo el hashtag #purposedES. La siguiente es compartir en nuestros blogs lo que pensamos al respecto de dicho propósito. La iniciativa me ha parecido excelente, así que me pongo a la tarea tomando como base los cinco tuits que escribí previamente. Advertiré en primer lugar que estos fueron formulados desde mi rol de profesor, esto es, a propósito de la educación entendida de forma unidireccional y circunscrita al eje espacio-temporal de la escuela. En realidad, nos educamos, aprendemos a lo largo de toda la vida, y el propósito de la educación debería aprehenderse mediantes los propósitos que tenemos como aprendientes. Por otro lado, es muy posible que lo que viene a continuación sea más de lo mismo, lugares comunes que tengan tan solo apariencia de deseos o, lo que sería más inquietante, que ya esté previsto en la ley -en cuyo caso me lo haré mirar-.

La educación requiere andar caminos inexplorados, seguir líneas torcidas, alcanzar mundos imaginados y por imaginar. La educación es un bien de extrema fragilidad. Es proceso y es camino que se anda mejor en compañía. Por eso, la educación no puede reducirse a las cuatro paredes de una escuela ni puede delimitarse a un tiempo determinado de nuestra vida. La felicidad no la proporciona exclusivamente la educación, pues aquélla es asunto de la vida misma. Podemos hablar de parcelas de felicidad, como la que tiene que ver con la que produce el propio conocimiento, pero nadie nos asegura que con la mera aproximación a la verdad vayamos a ser más felices. La educación sentimental, esa que tiene que ver con la estética, tan descuidada siempre y tan alejada de los currículos realmente desarrollados, no soluciona por sí sola la aspiración de la felicidad. Tampoco el cumplimiento de aquello que debemos hacer nos asegura mundos apacibles.

La principal herramienta con que nos podemos dotar como educandos es la pregunta. Pero previamente a ello, es preciso poner en su máximo valor el deber y el derecho de la duda. El propósito de la educación es inocular el germen de la duda; es favorecer la pregunta, acercarse al bien, a la verdad y a la belleza (y volver a dudar...). El momento de la duda y la apropiación de la pregunta deben ir encaminados a que como educandos podamos llegar a ser ciudadanos críticos, creativos y cuidadosos. Aspecto este último que tiene que ver también con el propósito de romper con las inercias que perpetúan las relaciones sociales de desigualdad.

Por último, no me he podido resistir a un guiño (aunque el guiño, gesto rápido y cómplice donde los haya, sólo adquiere carta de naturaleza si el otro lo percibe). El propósito de la educación es no sucumbir a las sucesivas intervenciones políticas que reforman su aplicación metódica (y la reforman, y la reforman...). Y es que, en ocasiones, el camino del infierno educativo está sembrado de buenas intenciones/propósitos.