No me gusta la SGAE. Me parece que la tasa que cobra, por mucho que se ajuste a la ley, adquiere tintes de extorsión y en ocasiones es onerosa para algunos trabajadores autónomos, pequeños pueblos en fiestas, modestas asociaciones o determinados eventos que no tienen afán recaudatorio, sino que intentan promover la cultura a otros niveles y con otras maneras. Mientras tanto, el gobierno sigue mirando para otro lado, no escucha los dictámenes de comisiones de competencia ni las quejas de muchos sectores de la sociedad que no tienen nada que ver con los autores que quieren cobrar por sus derechos.
Pero, aunque cabreado, me gusta poner un punto de cachondeo al asunto. El Jueves, tan mordaz como siempre, nos deja una bonita parodia:
Pero, aunque cabreado, me gusta poner un punto de cachondeo al asunto. El Jueves, tan mordaz como siempre, nos deja una bonita parodia:
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