Los procesos de enseñanza-aprendizaje están en estrecha relación con el grado de verdad que nos transmite el mundo objetivo. Hay verdades del tipo 3+7=10 a las que me resulta difícil aplicarles técnicas de construcción. Hay verdades del tipo "matar seres humanos no es bueno" que se han venido construyendo a lo largo de la historia del hombre. Y, por último, hay verdades -dicen- como la de "Dios es trino y uno", que se terminó de construir en algún momento (y luego cristalizó). Quien muestra, guía o dictamina recibe multitud de nombres: instructor, dinamizador, sabio, profeta o, simplemente, maestro. El problema no es tanto el nombre como su relación con la verdad que pretende enseñar y cómo pretende enseñarla. Y no conviene, a mi juicio, mezclar categorías.
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