Ya he tenido como alumnos a hijos de alumnos que yo llevé en su día. Ahora también tengo por compañeros a algunos de aquellos alumnos. El otro día uno de estos recordaba la asignatura que les impartía: Tecnología.
¡Vaya, vaya; así que alguna vez había dado tecnología! Eso me llevó a repasar mi trayectoria profesional de 22 años.
Aprobé una dura oposición de tres pruebas eliminatorias: 1) Desarrollo de un proyecto pedagógico didáctico de carácter curricular, a partir de un supuesto dado. 2) Examen de la especialidad (Geografía e Historia). 3) Examen sobre legislación y organización escolar. Esa oposición daba la especialidad denominada Ciencias Sociales.
¿Llegué a impartir algo parecido a la historia o a la geografía? Nasti de plasti. Los primeros años, como decía, impartí Tecnología y Lengua castellana a 7º y 8º de EGB (lo que me dejaban, vamos). Como era difícil obtener una plaza de carácter definitivo con aquella especialidad, procuré asistir al conservatorio de música para obtener, a mi costa y expensas, una nueva habilitación. Con la de Música vengo desempeñándome desde hace más de quince años. No he sido tutor de un curso jamás en mi vida, pero he dado muchas de las áreas que un maestro puede dar: conocimiento del medio, lengua, plásticas, alternativas y éticas…Llevo formándome en lo que antiguamente llamaban informática, ahora TIC, desde que trabajo en esta profesión. He conseguido otras titulaciones. Han pasado sobre mí unas cuantas leyes y reformas…
Releo el artículo “El currículo en tiempos posmodernos” de Antonio Montero Alcalde sonde se señala: “Se apunta, por tanto, una nueva forma de conocimiento sustentada en la incertidumbre frente a la evidencia, en las interacciones antes que en la fragmentación, en las causalidades complejas antes que lineales (causa-efecto), o en lo incompleto frente a lo exhaustivo” (Escuela, 3804, 6-11-08). Al hilo de lo que me sugiere el texto, diré que mi trayectoria profesional es plenamente posmoderna. Mis aspiraciones eran –no sé si lo siguen siendo- más de la modernidad. Y ahora que Fernando Vallespín habla de la neomodernidad (http://www.elpais.com/articulo/opinion/Bienvenidos/neomodernidad/elpepuopi/20081123elpepiopi_12/Tes), que los obreros de la industria automovilística temen por sus empleos y que al fin y al cabo el dinero lo ganan siempre los mismos, me encuentro menos posmoderno que nunca. Tal vez sólo sean cosas de la edad.
¡Vaya, vaya; así que alguna vez había dado tecnología! Eso me llevó a repasar mi trayectoria profesional de 22 años.
Aprobé una dura oposición de tres pruebas eliminatorias: 1) Desarrollo de un proyecto pedagógico didáctico de carácter curricular, a partir de un supuesto dado. 2) Examen de la especialidad (Geografía e Historia). 3) Examen sobre legislación y organización escolar. Esa oposición daba la especialidad denominada Ciencias Sociales.
¿Llegué a impartir algo parecido a la historia o a la geografía? Nasti de plasti. Los primeros años, como decía, impartí Tecnología y Lengua castellana a 7º y 8º de EGB (lo que me dejaban, vamos). Como era difícil obtener una plaza de carácter definitivo con aquella especialidad, procuré asistir al conservatorio de música para obtener, a mi costa y expensas, una nueva habilitación. Con la de Música vengo desempeñándome desde hace más de quince años. No he sido tutor de un curso jamás en mi vida, pero he dado muchas de las áreas que un maestro puede dar: conocimiento del medio, lengua, plásticas, alternativas y éticas…Llevo formándome en lo que antiguamente llamaban informática, ahora TIC, desde que trabajo en esta profesión. He conseguido otras titulaciones. Han pasado sobre mí unas cuantas leyes y reformas…
Releo el artículo “El currículo en tiempos posmodernos” de Antonio Montero Alcalde sonde se señala: “Se apunta, por tanto, una nueva forma de conocimiento sustentada en la incertidumbre frente a la evidencia, en las interacciones antes que en la fragmentación, en las causalidades complejas antes que lineales (causa-efecto), o en lo incompleto frente a lo exhaustivo” (Escuela, 3804, 6-11-08). Al hilo de lo que me sugiere el texto, diré que mi trayectoria profesional es plenamente posmoderna. Mis aspiraciones eran –no sé si lo siguen siendo- más de la modernidad. Y ahora que Fernando Vallespín habla de la neomodernidad (http://www.elpais.com/articulo/opinion/Bienvenidos/neomodernidad/elpepuopi/20081123elpepiopi_12/Tes), que los obreros de la industria automovilística temen por sus empleos y que al fin y al cabo el dinero lo ganan siempre los mismos, me encuentro menos posmoderno que nunca. Tal vez sólo sean cosas de la edad.
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