Casi dos meses sin escribir nada. Lo cierto es que he estado más pendiente de la gestión del aula virtual, del blog y del sitio del colegio, o del otro blog relacionado con las TIC, que de reflexionar sobre todo lo que me bulle en la cabeza.
Y ahora me está preocupando seriamente la evaluación. La evaluación como núcleo central que orienta y redirige la praxis. La evaluación como espada de Damocles que pende sobre las competencias. La evaluación concretada en criterios de calificación claros y meridianos (y puestos a ser meridianos, mejor elegir entre un APTO y NO APTO, entre un COMPETENTE y un INCOM… NO COMPETENTE).
Algo me dice que la escuela no es una empresa y que en todo caso el alumno, competente o no, no es un producto.
Me da en la nariz que la continuada tarea de educar está mal avenida con la medición entendida como pilar central.
(A lo mejor es verdad que no sé cómo atacar esto que me preocupa. Continuará...)
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