martes, 16 de noviembre de 2010

MAL DE ESCUELA


Leo Mal de escuela, de Daniel Pennac. Me quedo con unos fragmentos evocadores respecto a la realidad educativa actual. El primero tiene que ver con los ritmos y la diversidad. El segundo, con las renovaciones pedagógicas y el último..., bueno, el último lo tendrán que leer.

1.- Orquesta vs. regimiento

Por lo demás, le parecía que la naturaleza de una clase y una orquesta estaban relacionadas. Cada alumno toca un instrumento, no vale la pena ir contra eso. Lo delicado es conocer bien a nuestros músicos y encontrar la armonía. Una buena clase no es un regimiento marcando el paso, es una orquesta que trabaja la misma sinfonía. Y si has heredado el pequeño triángulo que solo sabe hacer ting ting, o el birimbao que solo hace boing boing, todo estriba en que lo hagan en el momento adecuado, lo mejor posible, que se conviertan en un triángulo excelente, un birimbao irreprochable, y que estén orgullosos de la calidad que su contribución confiere al conjunto. Puesto que el gusto por la armonía les hace progresar a todos, el del triángulo acabará también sabiendo música, tal vez no con tanta brillantez como el primer violín, pero conocerá la misma música.
Hizo una mueca fatalista.
- El problema es que queremos hacerles creer en un mundo donde solo cuentan los primeros violines.
Una pausa:
- Y que algunos colegas se creen unos Karajan que no soportan dirigir el orfeón municipal. Todos sueñan con la Filarmónica de Berlín, lo que es comprensible.



2.- Reformas

Sucede con la pedagogía como con todo lo demás: en cuanto dejamos de reflexionar sobre casos particulares (pero, en este campo, todos los casos son particulares), para regular nuestros actos, buscamos la sombra de la buena doctrina, la protección de la autoridad competente, la caución del decreto, el cheque en blanco ideológico. Luego nos plantamos sobre certezas que nada hace vacilar, ni tan siquiera el desmentido cotidiano de la realidad. Solo treinta años más tarde, si la Educación Nacional al completo cambia de rumbo para evitar el iceberg de los desastres acumulados, nos permitiremos un tímido viaje interior, pero es el viraje del propio paquebote, y henos aquí siguiendo el rumbo de una nueva doctrina, bajo la égida de un nuevo mando, en nombre de nuestro libre albedrío, claro está, pues somos eternos antiguos alumnos.


3.- Amor y metodología

-Vamos, tú que lo sabes todo sin haber aprendido nada, ¿cuál es el modo de enseñar sin estar preparado para ello? ¿Hay algún método?
-No son métodos los que faltan. Sólo habláis de los métodos. Os pasáis todo el tiempo refugiándoos en los métodos cuando, en el fondo de vosotros mismos, sabéis muy bien que el método no basta. Le falta algo.
-¿Qué le falta?
-No puedo decirlo.
-¿Por qué?
-Porque es una palabrota.
-¿Peor que "empatía"?
-Sin comparación posible. Una palabra que no puedes ni siquiera pronunciar en una escuela, un instituto, una facultad o cualquier lugar semejante.
-¿A saber?
-No, de verdad, no puedo...
-¡Vamos, dilo!
-Te digo que no puedo. Si sueltas esta palabra hablando de instrucción, te linchan, seguro.
-...
-El amor.






1 comentario:

Pepe Luis dijo...

Es un libro excelente. El problema lo sitúa en el trato a los "alumnos". Pienso que debemos ser recíprocos. La característica primordial de la enseñanza en tiempos medievales se situaba en que lo que se enseñaba era el futuro del aprendiz. Ahora lo hacemos al revés a través de unas directrices que, cambiando según el organigrama político, se situan en el campo del "te paso el conocimiento que me piden" y tú harás lo que puedas, y si ese conocimiento no es compatible con el gremio, pues eso, te jo... El sistema educativo conlleva un paso hacia el principio del medievo. Lo bueno es que al sistema no le causes problemas, sino que le sirvas. Vamos, un paso hacia el sistema feudal en el que los poderes económicos nos marcan las directrices.