viernes, 7 de diciembre de 2012

FILOSOFAR EN LA ESCUELA PRIMARIA

Philosopher à l'école primaire es un libro de Jocelyne Beguery, editado en Francia en 2012. Desde mi punto de vista es una obra cuya lectura se hace ineludible para todos aquellos profesores que trabajan en sus clases alguna forma de práctica filosófica y merece, por otra parte, una urgente traducción al castellano. 

Sus tesis, enmarcadas dentro de la corriente democrática-ciudadana de la llamada Filosofía con Niños -de la que Michel Tozzi es uno de sus representantes destacados- tienen como eje central lo que se llama Discusión con propósito filosófico (discussion à visée philosophique -DVP) con unas claves específicas -problematización, argumentación, conceptualización-, e insisten en las exigencias de la didáctica cuando se pone en juego el ejercicio de pensar. 

Jocelyne Beguery, profesora agregada de filosofía, doctora en ciencias de la educación y estética, es una de las estudiosas de esta corriente. Su libro recoge no sólo las bases teóricas de la práctica filosófica en la escuela -último curso de infantil y primaria-, sino que aporta transcripciones de esas DVP para ilustrar el buen hacer. La primera parte de la obra intenta comprender la complejidad del problema y el desafío que supone la introducción de la filosofía en la escuela, aclarando si el currículo la puede justificar. La segunda parte contempla los problemas pedagógicos y didácticos que surgen en las clases, apoyándose en el análisis de sesiones. Una tercera parte se detiene en las condiciones de éxito a la hora de llevar con jóvenes una discusión con propósito filosófico. La cuarta y última parte se centra en la metáfora actual del "niño-filósofo" desde una perspectiva más amplia, la de las diferentes representaciones que los adultos se hacen del niño.

1.- Escuela y filosofía
Señala la autora que lejos de contravenir el espíritu de los programas escolares, la DVP es una respuesta no solamente posible sino particularmente adecuada a sus exigencias centrales. Una escuela del éxito necesita que la lengua reencuentre la dignidad, que el gusto por las palabras y el respeto por el lenguaje sean experimentados diariamente en las clases. Hablar para aprender, hablar para pensar, objetivos fundamentales de la DVP, son sin duda coherentes con el espíritu de los programas. La discusión con propósito filosófico constituye además una baza añadida en el espacio de libertad didáctica y pedagógica que un docente responsable necesita, una ocasión privilegiada de poner en orden y coherencia su práctica profesional. Lejos de apartar a los escolares de sus aprendizajes fundamentales, las DVP deben tener como cuestión central la de fijar definitivamente en los alumnos el gusto, el sabor del saber y su valor.
¿Pero bajo qué condiciones? Una discusión con propósito filosófico se producirá cuando, junto con los alumnos, sepamos sorprendernos e interrogarnos sobre el sentido de las cosas de la vida, de escuchar sus preguntas. De la misma manera, se impone privilegiar las cuestiones filosóficas de su día a día, el lenguaje, los objetos del saber escolar o las preguntas que se realizan sobre su experiencia común, conflictos de valores, sentimientos y cuestiones antropológicas. También, cuando se incita a los alumnos no sólo a decir lo que piensan, sino a pensar lo que dicen, de colocar un verdadero problema en el centro de la discusión y no simplemente de iniciar un debate en torno a una cuestion. Así, sería preciso desterrar el simple intercambio de opiniones, la búsqueda de un consenso o la polémica por la polémica. Porque, en definitiva, se trata de fomentar un discurso verdadero, hecho de buena fe y del deseo de buscar la verdad.

2.- La práctica.
La pregunta filosófica no tiene la urgencia de otros tipos de preguntas. Sorprende a los alumnos, especialmente a los mejor adaptados al sistema escolar, porque esa pregunta no busca controlar sus conocimientos como se hace habitualmente. Señala la autora que las preguntas con implicaciones morales sólo deberían abordarse a partir del tercer ciclo y que las preguntas formuladas en forma de problema deberían evitarse en infantil. En todo caso, éstas deben tener en cuenta el interés de los alumnos y un alcance antropológico a su nivel. J.Beguery también aborda aspectos relativos al procedimiento (disposición de los alumnos, duración de las sesiones, necesidad de registro...) y a los textos que pueden venir en ayuda de las prácticas, así como una serie de mensajes claros y acertados acerca de cómo debe proceder el profesor. 

3.- El éxito.
Problematización, argumentación, conceptualización constituyen la triple exigencia didáctica de una DVP, tal como ha sido expuesta por Michel Tozzi. Sin problema, una discusión es improductiva, Problematizar una cuestión exige dilucidarla y, a la vez que se trata, nos plantea otros problemas, un nodo de problemas. Argumentar (una tesis, una objeción) es aportar una respuesta racionalmente fundada a un problema propuesto. Aprendiendo a argumentar, los alumnos aprenden a pensar lo que dicen y no solamente a enunciar lo que piensan. Problematización y argumentación deben desembocar en la conceptualización, es decir, la propuesta de un concepto no dado al principio, pero al que se ha llegado por medio del tratamiento del problema. También lo es definir una noción propuesta al inicio de la reflexión de forma precisa y generalizada. 
El método, sin embargo, no es garantía de éxito. Un método estrictamente formal no es suficiente para evitar
las dificultades. Sólo el examen filosófico y crítico de los contenidos de una discusión garantizan el propósito filosófico, no tanto el método empleado. 
Se dedica un capítulo a la formación de los docentes y se hace un breve recorrido por las propuestas de diversos autores y corrientes (Lipman, Tozzi, Lévine, Lalanne).

4.- Infancia y filosofía.
Esta última parte podría haber dado inicio al libro. En ella se sientan las bases de las relaciones entre las visiones que se tienen sobre los niños en tanto que filosofan. Con buen criterio -desconozco si por parte de la autora o de los editores-, esta parte, Pour aller plus loin, mucho más teórica y compleja, se ha desterrado al final. Sin duda deber ser leída con detenimiento.

Sólo me queda reiterar de nuevo que el libro me parece imprescindible para los que trabajan la filosofía en la escuela.