sábado, 27 de febrero de 2010

REDES, MOSCAS Y ARAÑAS


Al hilo del post Las oligarquías participativas de la web 2.0 quisiera realizar un breve comentario. Así que, ahí vamos, entre el “es bueno asombrarse” y el “no sé por qué nos asombramos”.

Los conceptos de red y de participación poseen una potencialidad extraordinaria, pero se están sobrevalorando en cuanto a la capacidad real de cambio que pueden provocar; precisamente porque se olvidan dos circunstancias relativas a la condición humana: una tiene que ver con un estar fuera de la red; la otra, con los deseos y la capacidad de participar. En medio de ambas se produce el intercambio de todo lo que se puede cambiar.

Estar fuera de la red es ser mosca (cojonera o no), pero también araña que mueve los hilos [me sugirió esto «La araña y su tela», una crítica al libro de Castells Comunicación y poder]. A menudo pasamos por alto a la araña y sus crías. La red también deviene jerárquica. Los nodos no tienen la misma capacidad de enlace. Esto, que parece tan evidente, es lo que se olvida cuando esperamos que cada uno de los puntos de la red se excite y promueva una acción común.

La mosca no espera al sueño de la araña, porque ésta nunca duerme; se arriesga una y otra vez a contaminarse con el pringue de la tela para conseguir su premio.

Por otra parte, también sucede que la red atrapa y, en tanto que aprisiona, dificulta la participación. Sólo los nodos con la suficiente fortaleza podrán mover parte del entramado. Otros no tienen siquiera esa capacidad.

Estar en la red, entonces, es estarlo de varios modos y las ganancias que nos produce son variadas y de distinta calidad. A los pegados a los hilos les mece el viento; a la mosca le atrae un cierto olor de innovación; y a la araña…¿alguien piensa que la araña y sus crías no se llevan el premio gordo?

miércoles, 3 de febrero de 2010

AUTONOMÍA PEDAGÓGICA Y ORGANIZATIVA


No es bueno, no, escribir sobre estas cosas estando airado, pero estoy más que harto. La mentada autonomía consagrada en la LOE y en nuestro currículo aragonés es un camelo. Abundando en ello, el ministro Gabilondo la vuelve a incluir en su 104 medidas para el pacto. Como si se tratara de un conjuro mágico que paraliza a cuantos la invocan.

La jornada continuada es uno de los bordes de esa autonomía. En Aragón, tanto Eva Almunia como Broto -con la inestimable ayuda de FAPAR, escudo defensivo del PSOE, acaso la misma cosa- se han negado a aceptar una realidad cada vez más solicitada.

Las organizaciones sindicales no han sabido estar a la altura en todos estos años. Cíclicamente, eso sí, se producen manifestaciones a favor y actuaciones tibias (recogidas de firmas, debates...) que no ha conseguido mover la posición monolítica de la Consejería.

Hace ya más de diez años que en mi centro se pudo probar (por exigencias de unas obras) las consecuencias de una jornada continuada. Lo que en un principio se nos impuso, se aceptó como bueno por los padres y el resto de la comunidad educativa. Ante la propuesta de continuar con aquella jornada la consejera dio un no rotundo y de aquello no se supo más. Mientras tanto, como digo, siempre hubo rumores y negociaciones que no nos han llevado a nada.

Ese camelo de la autonomía pedagógica y organizativa se nos corta cuando conviene. Nuestra fuerza -se ha visto- no ha surtido efectos en negociaciones y recogidas de firmas.

Es hora ya de actuar de otra manera, plantando cara contundentemente, utilizando todos los recursos que nos hagan conseguir nuestro fin: que cada comunidad educativa adopte el modelo de jornada que crea conveniente, en virtud de la autonomía pedagógica y organizativa que les reconoce la LOE y leyes autonómicas.